sábado, 20 de noviembre de 2010

Más y mejor educación para un mundo difícil

[Imagen del escritor Antonio Muñoz Molina, procedente de http://www.elpais.com/]

"Los miembros de la bien llamada secta pedagógica, muy bien incrustados en el sistema político español, han arruinado, además de la escuela, la parte del lenguaje que tiene que ver con la enseñanza. Como es propio de los estafadores de las pseudociencias, han urdido una jerga opaca que oculta su perfecto vacío detrás de un simulacro de especialización técnica".

Con estas contundentes palabras comienza su artículo, Una cuestión de clase, el escritor Antonio Muñoz Molina en el número de este mes de noviembre de la revista Mercurio (Panorama de Libros), que edita la Fundación José Manuel Lara. En dicho número de la prestigiosa revista gratuita para el fomento de la lectura se debate el estado actual de la educación, con firmas de indiscutible relieve amén de la del escritor de Úbeda: Emilio Calatayud (entrevista), José Antonio Marina (La educación del talento), Justo Serna (El espejo de la educación), Ricardo Moreno Castillo (Alumnos sumisos y profesores autoritarios) y José Manuel Sánchez Ron (reseña del clásico de Bertrand Russell La educación para un mundo difícil). 

Resulta muy necesario escuchar  las voces críticas que vienen denunciando la situación pantanosa en la que se encuentra nuestra educación, la de nuestros niños y jóvenes, en una sociedad que se preocupa poco de ella y se ocupa aún menos. No todo es invertir en nuevas tecnologías que, aunque poderosas, no son las únicas herramientas sino que es preciso trabajar eficazmente en todos los frentes, entre ellos el de facilitar al docente su labor, no precisamente con un exceso de tareas burocráticas de las cuales pocas veces se beneficia el alumnado sino dotándole de recursos prácticos y favoreciendo unas condiciones  de trabajo óptimas para la enseñanza y el aprendizaje. Un docente no puede ser a la vez administrativo, educador, enfermero, guardia jurado, detective, asistente social, psicólogo y no sé qué más y, si aún le quedan energías, impartir clases de alguna disciplina académica, eso sí, con un enfoque que resulte lo más atractivo posible a un joven y exigente alumnado que no tiene culpa de la situación. El aprendizaje y la formación completa de nuestros alumnos no es posible si el profesor, agobiado por padres y la administración, pierde su entusiasmo e ilusión y, para colmo, ha de sacar el tiempo del cual cada vez dispone menos para planificar y desarrollar su labor principal: enseñar.

[Referido al escritor Antonio Muñoz Molina recomiendo sus artículos para la revista Muy Interesante]


2 comentarios:

Fernando dijo...

Además de las tareas que tiene que desarollar en el día, que muy bien enumeras, debe formarse en TIC, en competencias, en idiomas, en legislación, psicología. Todo ello en horario robado a la familia y con la reducción del sueldo para ayudar a salir de la crisis que no gemos creado.

Anónimo dijo...

Es estúpido hoy en día ser profesor en la mayoría de las condiciones de los centros públicos.

Trabajo desagradecido, desagradable y una auténtica tortura en la mayoría de los casos.

No merece la pena y no se lo recomiendo a ningún joven que pueda elegir.

Un veterano profesor.